Diversidad familiar

Nos encontramos en la secretaría de un centro docente de la Comunidad Valenciana. Estamos a principios del mes de julio y se están formalizando las matrículas del alumnado del próximo curso. Se han colgado los formularios en Internet para que las familias traigan cumplimentados los datos que figurarán en sus correspondientes fichas para la administración educativa. Entre otros datos del formulario aparecen los siguientes:

PARE Y MARE

En la secretaría del centro, de pronto, a las 9,00 se percatan de que se ha creado una cola demasiado larga y se disponen a atenderla.

La primera.

Vengo por lo de padre y madre del formulario”. Estoy divorciada y no tenemos la custodia compartida, sino que soy yo quien tiene la custodia legal, aquí le traigo copia de la sentencia judicial. No deseo que figure ningún otro nombre o dato que no sea el mío. Todas las comunicaciones del centro deseo que vayan exclusivamente dirigidas a mí, y que en ningún caso se permita que mis hijos sean recogidos o visitados por otra persona que no sea yo o que esté autorizada por mí. Por favor, Tachen donde pone padre.

La segunda.

Buenos días, me llamo Encarna y esta es María. Somos pareja de hecho desde hace siete años. Además tenemos acta matrimonial cuya copia le adjunto en la documentación. Yo tengo una niña que es hija mía. Y quiero matricularla en este centro. Quiero que en la casilla de MADRE figuren dos nombres, el de María y el mío, que como ya le he dicho me llamo Encarna.

El tercero.

Buenos días, mi nombre es Juan y desearía que en la casilla de “Madre” quitasen ese título y colocasen “Pareja”. Si tiene un minuto le cuento brevemente. Yo estuve casado con mi ex mujer, Juani. Yo no deseaba tener hijos, pero Juani se empeñó y hace cuatro años quedó embarazada. Aquello fue el inicio del final de nuestra relación. Nos separamos amistosamente y no tenemos problemas en convivir con nuestro hijo alternativamente. Sin embargo yo he rehecho mi vida con otra pareja. Por su parte mi exmujer afectada por la crisis fue despedida y ahora acaba de conseguir un buen trabajo en Noruega, de modo que se marchó la semana pasada y hemos acordado que yo me voy a hacer cargo, al menos durante el próximo año de nuestro hijo. Por cierto, mi pareja también se llama Juan. ¡Qué coincidencia! ¿No le parece? Yo creo que es el destino.

 Los cuartos.

Tras el mostrador se asoma una pareja de edad mucho más avanzada de lo habitual. Ella empuja un carrito en donde permanece sentado un niño. El saca de una carpeta los formularios de matricula muy manoseados.

Buenos días, venimos porque nos han indicado en el ayuntamiento que es aquí donde tenemos que traer al niño el próximo mes de septiembre. Allí me han ayudado a rellenar estos papeles pero lo de “padre y madre” no lo rellenaron y me dijeron que lo preguntase aquí. Verá la cosa es que el niño es mi nieto. Es de mi hijo pequeño. De todos siempre fue el más alocado.  Tuvo una novia, quedó embarazada, tuvieron el niño pero hoy en día a los 18 años no se tienen las cabezas muy asentadas, así que a las dos semanas de haber nacido nos lo dejaron un día y no hemos vuelto a saber nada más de ellos. A veces nos dan noticias algunos amigos suyos. El caso es que nosotros somos sus abuelos –bueno, yo no estoy muy seguro, pero mi mujer dice que tiene toda la cara de mi hermana- el caso es que “¿qué pongo donde dice padre y madre?”  

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